Un elemento importantísimo en la oceanografía es el agua. Durante la formación de la Tierra, los elementos del magma se fueron distribuyendo según las densidades, con una desgasificación del manto, que echaba a la atmósfera distintos compuestos volátiles, incluído vapor de agua, cuando la Tierra se enfrió lo suficiente éste se condensó formando los océanos con un agua caliente y ácida hace unos 4000Ma. La acidez permitía arrancar los iones de las rocas terrestres, iones que aumentaban la salinidad.
Sabemos que el agua cubre cerca del 70,8% de la superfície terrestre, y la encontramos en los 3 estados de agregación de la materia (sólido, líquido y gas). El 3% del agua es dulce, repartida entre líquida (1%) y vapor y hielo (2%); el 97% restante es salada y forma parte, mayormente, de los océanos y mares (99%).
El agua salada, la de los océanos, tiene una salinidad media de 35,5‰ (35,5 gramos de sal por cada 1000 gramos de agua) pero es muy variable, por ejemplo, el mar Báltico tiene una salinidad del 8‰ y el mar muerto llega hasta el 275‰. Aunque la concentración sea tan variable, la composición es bastante parecida en todos los océanos, por lo que se puede usar la concentración de uno de sus componentes (por ejemplo el cloruro, el ión más abundante), la conductividad o el índice de refracción para hacer el cálculo de la concentración de sales.
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